Esta semana, Mateo Prieto entrevistó por teléfono a Rosa María Arias. Su historia no tiene que ver con la emigración económica de los sesenta; ella llegó a Bélgica en 1970 para casarse con el hombre al que amaba. En un pequeño pueblo cercano a Lieja, «a las puertas de las Ardenas», formó una familia, pero no olvidando su condición de española expatriada, se mantuvo siempre muy ligada al mundo asociativo que acogía a los miles de españoles que llegaron en esos años a buscarse la vida.
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