En los últimos cuatro años y medio, Felipe Santos fue la cara visible del Instituto Cervantes de Bruselas, una ciudad a la que llegó dejando de lado su profesión de periodista y con el cometido de renovar una institución que atrae cada vez a más hispanófilos.
Aunque ahora se marcha a Múnich, seguirá vinculado al Instituto, que dirigirá en la capital bávara.
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