Era agosto de 2020 cuando, en plena pandemia, María Bosch se subió a un avión con destino Bruselas, donde vivía su novio belga. En su maleta llevaba algo de ropa de verano pero no demasiada porque venía a pasar un mes que se ha convertido en tres años. Ahora cuando vuela a España lo hace con carro, biberones y pañales porque en este tiempo ha tenido hasta una hija.
Para esta andaluza, Bruselas también ha supuesto un giro profesional porque ha dejado la comunicación y el marketing para subirse a unos tacones y enseñar sevillanas. Según cuenta, la pasión por el flamenco le viene de su abuela, que fue también su gran maestra, una mujer fuerte que hoy se sentiría orgullosa de ver a su nieta transmitir la cultura del lugar que la vio crecer.
En el último programa, charlamos con María sobre sus clases, el interés que despiertan las sevillanas en el extranjero y los próximos proyectos que tiene por delante.
Puedes seguir a María en instagram en @AndaluzaenBelgica.
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