«La esclavitud y el legado cultural de África en el Caribe» podrá verse en Bruselas hasta el 7 de septiembre

Según los datos oficiales, 12 millones y medio de africanos fueron esclavizados en América entre los siglos XVI y XIX. Portugal, Gran Bretaña, Francia, España y Holanda fueron los estados que más esclavos enviaron, con cifras que capaces de hacer palidecer las del famoso esclavismo norteamericano. Los esclavos habían existido siempre, desde los tiempos del Antiguo Egipto, pero nunca en una cantidad tan abundante como la que pudo observarse en los Imperios Europeos de la Edad Moderna.

Gran parte de las fortunas de estos países se construyeron gracias al trabajo esclavo, que resultaba especialmente útil para saciar la creciente demanda de productos como el azúcar, el café, el tabaco o el cacao. Esclavismo y capitalismo se dieron la mano, creando una lógica de consumo y explotación humana absolutamente inaudita. El esclavo era considerado poco más que un objeto, que podía ser obligado a trabajar hasta el agotamiento y ser maltratado de todas las formas posibles.

Sobre este episodio histórico, que marcó para siempre el destino de todos los estados implicados, nos habla «La esclavitud y el legado cultural de África en el Caribe», una muestra que puede verse en la Embajada Española en Bruselas hasta el próximo 7 de septiembre. Comisariada por Miguel Ángel Puig-Samper, la exposición propone un recorrido por todos los aspectos de la trata, desde su vertiente económica a la social, pasando por la influencia cultural dejada por las poblaciones africanas en América en general y en el Caribe en concreto.

Para saber un poco más del tema hablamos con Consuelo Naranjo, profesora de Investigación del Instituto de Historia del CSIC y directora del proyecto europeo Connected Worlds: The Caribbean, Origin of Modern World, del que forma parte esta exposición.

2 Comments

  1. He escuchado la entrevista y me ha gustado mucho: rica y didáctica, de un proceso histórico tan importante en la historia y del que conocemos tan poco.
    Gracias y enhorabuena, Consuelo Naranjo. Y a Miguel Ángel Puig Samper. Por esta exposición

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