Lo asegura Conxa Borrell, secretaria general del sindicato de trabajadoras sexuales OTRAS, quienes hace tiempo luchan por que se legalice su trabajo y se reconozcan sus derechos. Le parece bien que hayan cerrado los clubes por culpa de la pandemia, pero se queja de que han dejado a muchas mujeres en la calle. También nos habla del engaño que supone el ingreso mínimo vital, al cual sólo tienen acceso las trabajadoras sexuales si se reconocen « víctimas de trata o víctimas de violencia de género ». Han intentado contactar con las ministras de Trabajo y de Igualdad, pero no obtienen respuesta alguna: solo indiferencia y silencio.