Fútbol, palabras, y algo de literatura

David Cerdán

14 de junio de 2014

Rumiando la derrota a la mañana siguiente de la debacle: Holanda 5 – España 1. El campeón del mundo caído sobre la lona en el primer asalto. “Cómo quisiera poder vivir sin aire, cómo quisiera calmar mi aflicción, cómo quisiera poder vivir sin ti, cómo quisiera quererte un poco menos”, dice la canción de Maná. Así hoy yo, y tantos otros, cómo quisiéramos poder vivir sin fútbol, curarnos de esta forma de locura en que un deporte, que además juegan otros, determina nuestra felicidad o nuestra amargura. Caminamos esta mañana por la vida cabizbajos, abatidos, apesadumbrados, tristes, dolidos, desorientados, con dudas sobre nuestra capacidad, experimentando sensaciones de fracaso por largo tiempo olvidadas. Somos un niño mimado por mamá y papá, acostumbrado a hacer siempre su santa voluntad, que de pronto mira perplejo al extraño del que recibe un ¡NO!. Somos el político corrupto que se creía muy protegido, intocable tras años de impunidad, y de golpe es procesado. Sus pies nerviosos buscan los puntos de apoyo de siempre, tierra firme; pero, ¡ay!, ahora sólo encuentra vacío a su alrededor. “Free falling” le diría cantando Tom Petty.

No sé Vds., pero quien les habla hbalonoy desde Madrid ? ? rompeolas de todas las Españas, que dijera Antonio Machado ? está aún muy tocado por el partido de anoche. En el espacio de tres semanas el fútbol me ha dado dos serios disgustos, un par de reveses muy dolorosos, dos derrotas de las que escuecen. Vale que lo de anoche es aún remediable, mientras que lo de la final de Lisboa puede llevar 40 años remediarlo o que no tenga remedio jamás, o que, si algún venturoso día lo tuviere, yo ya no esté aquí para disfrutarlo.

De todos modos, no nos engañemos, el fútbol ya no es lo que era. Y no es sólo por nostalgia o añoranza de un tiempo que se fue mucho más a prisa de como parecía transcurrir. No cabe imputarlo en exclusiva a aquello que dejó escrito el poeta Jorge Manrique, en las populares “Coplas a la muerte de su padre”, “(…) Cómo, a nuestro parecer, cualquiera tiempo pasado fue mejor”. Nos empeñamos en cultivar héroes en ese campo, ídolos incluso, en imbuirlo de una épica que a duras penas encuentra algún débil sustento en la realidad. Unimos nuestro corazón, nuestro estado de ánimo, la medida del valor de nuestra nación, y hasta de nosotros mismos, a la circunstancia tantas veces azarosa de que la pelotita entre o no en la portería o, por mejor decir, de que lo haga en la propia o la ajena “x ” número de veces.

Decía que el fútbol ya no es lo que era, o así lo siente al menos quien les habla, porque tengo con creciente frecuencia una sensación sobre el fútbol que lo asimila a la que me produjo un partido de béisbol en un estadio de Los Ángeles veintipico años atrás. Lo que aquella tarde- noche sucedía en el campo me pareció que era para los aficionados una mera excusa para salir de casa ataviados con alguna prenda beisbolera y consumir (palomitas, perritos calientes y refrescos en cantidades industriales). Mucha musiquita o soniquete por la megafonía y vídeo-marcador. Buena parte del público llegaba iniciado el partido y se marchaba antes de que acabase o se ausentaba en cualquier momento para ir al baño, a estirar las piernas en un paseo por el interior del estadio, a comprar en las tiendas de merchandising, charlaban entre sí de espaldas al campo, etc.

En resumen, el béisbol era  ? o así le resultó a uno ? un mero soporte comercial, un puro vehículo para un sector de la economía y una excusa para llenar un rato haciendo algo fuera de las cuatro paredes de casa. Lejanas resonancias de tiempos más románticos, momentos compartidos entre padres e hijos en el parque, el jardín o el sofá, ilusiones comunes de victoria entre compañeros de colegio o vecindario, mítica y costumbres reforzadas por la decoración de las habitaciones y el cine. Parques temáticos con reproducciones de monumentos en cartón piedra que el espectador sabe falsos, cuya contemplación no emociona, y que al ser palpados hacen desvanecerse toda ilusión de realidad y valor. Pura filfa.

Aquí, aun cuando el cuero haya sido reemplazado por material sintético, el algodón sudado por prendas de misteriosos componentes que transpiran liberadoramente y nos asedie el” publi ?fútbol” en cada rincón y a cada momento, y en el conjunto del planeta fútbol, queda por suerte aún mucha más pasión que en el lánguido e insípido béisbol de los USA. Lo que sucede en la cancha, como se dice en la Argentina (como a eshhhos me gusta anteponerle el artículo al nombre de su muy futbolera nación), sigue importando mucho; pero uno llega al primer partido saturado, ahíto, empachado de anuncios y de información inane, al borde mismo de la vomitona.

Adoro el fútbol. Me encanta como juega o ha jugado estos años España y sus éxitos, claro. Observen. Me sale sola esa metonimia. No digo la selección española de fútbol, sino el nombre de mi país, también el del mucho de Vds. quizás. Y si dijera “la selección” a secas, Vds. también me entenderían. El fútbol fagocita ya en el habla  ? y en el lenguaje está cifrado todo ? el deporte entero y, en esa espiral absorbente o vampírica, o hasta caníbal, un grupo de 23 futbolistas, 11 tan sólo simultáneamente o “en tiempo real”, como se dice ahora, encarnan un país entero.

Decía que uno adora el fútbol, lo practicó incluso con mucha regularidad y hasta cierta solvencia, le debe experiencias y emociones de tal calado que pocas otras cosas se las ha proporcionado; pero no puedo más con lo de la Roja, su alma, su enseñanza humana, la épica y ejemplaridad con que quieren convencerme para que compre lo que sea, hasta para recortar el escudo de una camiseta oficial por la que una multinacional de la ropa deportiva le han soplado a su propietario 70 o hasta 80 euros. ¡Es fútbol, sólo fútbol! Bueno, quiero decir que sólo me importa el fútbol, el juego, ese prodigioso deporte-espectáculo. Ya sé que hay mucho más. No soy tonto. O eso creo. Pero lo demás, todo lo demás, me sobra. Me sobra todo ese envoltorio que no para de crecer y de forma exponencial. No quiero que los árboles no me dejen ver el bosque, tener que perder el tiempo en separar el grano de la paja o que la maleza colonice el jardín y al final arruine la flor.

También me aburre Vicente Del Bosque, quiero decir el personaje, su figura mediática. Bueno, él personalmente no es que divierta o entretenga mucho, pero no le pagan por eso. No discuto sus cualidades, ni las humanas ni las futbolísticas. Éstas últimas, en la vertiente de ojeador de jóvenes jugadores  ? el “scouting” que dicen ahora algunos periodistas deportivos de la escuela pseudocientífica, muy amantes ellos de los anglicismos futbolísticos ?  tuve incluso la oportunidad de comprobarlas en persona, sentado a su lado en la vieja Ciudad Deportiva del Real Madrid, esa donde ahora se levantan cuatro torres como cuatro soles, en tiempos ya por desgracia lejanos, y doy fe de su olfato.

Del Bosque es sin duda un contrapunto de mesura y templanza, un hombre mucho más de hechos que de palabras, en un país que tiende en claro exceso a los juicios rápidos y muy extremos, tajantes, a pasar del cielo al infierno en milisegundos, y a perderse en el bla, bla, blá, a dejarse embaucar por las palabras y prestar menos atención de la debida a los hechos; pero todo termina cansando. Hasta nuestra selección parece cansada y más mental que físicamente. El cansancio físico se cura con descanso, baño y masaje; pero el otro, el de la vida, el de su trabajo u oficio, el hartazgo de cuanto lo rodea, que en el fútbol supone ya infinitamente más que la actividad misma, tiene muy difícil cura.

No digo que ese sea el diagnóstico de lo que empieza a oler a final, al ocaso de esta selección española, la de la generación de oro, la que, con algunas variaciones, ha ganado  ? ¿o debiéramos empezar ya a decir “ganó”? ? dos Eurocopas y un Mundial seguidos. No pretendo siquiera hacer ese análisis. Pero entre los diversos factores que pudieron influir en la muy notoria debacle del viernes, en esa descomposición total en la segunda parte, de una magnitud como se recuerdan pocas, pienso que está el de un cierto cansancio o hastío vital/profesional. Esa hartura suele ir de la mano de la indolencia o falta de fe y de esfuerzo en lo que se hace y, claro, llega otro con más hambre, con más gana, como decía mi abuela con su habla antigua y recia de pueblo de Castilla, te quita el plato, y a ti se te queda, claro, una expresión mezcla de sorpresa y desconcierto: cara de tonto, vamos.

Pero vayamos a lo nuestro, que es la literatura. Ya que el fútbol  ?al menos este fútbol híper -profesional, archicomercial y sobreexplotado de nuestros días ? está hecho en buena parte de palabras, de miles de horas de radio y televisión, y de miles de páginas impresas o en pantalla ? quisiera compartir con Vds. algunas palabras, frases, de fútbol que por una u otra razón me han gustado especialmente.

”El fútbol es la cosa más importante de las cosas que no importan” ( Arrigo Sacchi, entrenador italiano del gran Milán de finales de los 1980) . Frase que en formulación muy parecida, si bien algo mejorada, todo hay que decirlo, también se les atribuye, por cierto, a Jorge Valdano y hasta a Juan Pablo II.

“El fútbol es la única religión que no tiene ateos” ( Anónimo).

“Para mí la pelota era como un diamante: un diamante no te lo quitas de encima, lo ofreces” (Glenn Hoddl, futbolista inglés).

“Algunos dirán que en el fútbol sólo interesa ganar y otros, más cándidos, seguiremos pensando que si esto es un espectáculo también importa gustar” (Jorge Valdano, ex ?futbolista y entrenador, integrante del equipo que ganó el Mundial de México 1986).

“El Papa, Frank Sinatra y yo, somos los únicos que hemos logrado silenciar el Maracaná con 200.000 personas dentro” (Ghiggia, jugador uruguayo, tras derrotar a Brasil en la final del Mundial de 1950).

El gol es un pase a la red” (César Luis Menotti, el “Flaco”, ex –seleccionador argentino, ganador del Mundial de Argentina 1978).

«los delanteros ganan partidos, los defensores campeonatos» (Anónimo).

«El deporte no construye el carácter. Lo revela» (Heywood Hale, escritor, periodista y comentarista portivo norteamericano).

“Si estás en el área de penal y no sabes qué hacer con la pelota, métela en la red y ya discutiremos las alternativas más tarde” ( Bill Shankly).

“Algunos creen que el fútbol es solo una cuestión de vida o muerte, pero es algo mucho más importante que eso», también de Bill Shankly.

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Bill Shankly salutes the Anfield faithful after his Liverpool side win the league in 1973. Photograph: PA

Este Bill Shankly de quien les hablo, que dirigió al Liverpool nada menos que durante 783 partidos, tenía por cierto un colmillo muy retorcido y un talento superlativo para acuñar frases. Al Everton, el otro equipo de la ciudad de Liverpool, le dedicó, por ejemplo, estos venenosos regalitos:

«Cuando no tengo nada que hacer miro en la parte baja de la clasificación para ver cómo va el Everton«.

«Esta ciudad tiene dos grandes equipos: el Liverpool y el equipo reserva del Liverpool».

«Si el Everton jugara en el jardín de mi casa, correría las cortinas».

Si indiscutiblemente fue grande en la cancha  ? el más grande para mí y muchos otros, hasta el momento ?, en lo de acuñar frases memorables Diego Armando Maradona no resulta tampoco manco. Sirvan estos pocos ejemplos como prueba.

«Me había propuesto hacerle dos goles a Gatti, pero ahora que me dijo gordito le voy a meter cuatro” (1980, antes de meterle cuatro goles a Gatti en un Argentinos 5  ? Boca 3).

«Fue la mano de Dios» (1986, al explicar su primer gol a los ingleses en el Mundial ´86).

«La bronca es mi combustible» (1995)

«La droga es como un pac man que te va comiendo toda tu familia» (1996)

«El otro día jugué un rato al fútbol y me di cuenta que tengo menos piernas que una foto carnet» (1997)

«Llegar al área y no poder patear al arco es como bailar con tu hermana» (2001)

«En la clínica hay uno que se cree Napoleón y otro Robinson Crusoe. ¡Y a mí no me creen que soy Maradona» (2004).

«Yo crecí en un barrio privado de Buenos Aires. Privado de luz, de agua, de teléfono.» (2004)

Pero quizá la más patética, sincera y honda de sus frases sea esta otra: «Sólo les pido que me dejen vivir mi propia vida. Yo nunca quise ser un ejemplo.»

Por lo adecuado que resulta a lo que “nos” pasó el viernes, que además fue 13  ?hablo, claro, de ese afrentoso partido entre España y Holanda ? y el consuelo que nos puede aportar, me permito cerrar la entresaca de frases sobre fútbol con estas dos:

“Prefiero perder un partido por 9 ?0 que nueve partidos por 1 ?0”. (Vujadin Boskov, entrenador yugoslavo, un viejo conocido de la afición española, recientemente fallecido).

“El fútbol es un estado de ánimo” (Jorge Valdano).

Al hilo de esta frase, ¿se imaginan cuánto puede deslucirse la entronización de Felipe VI si, Dios no lo quiera, España perdiera contra Chile el próximo miércoles 18?

Y les añado una, ésta de mi cosecha, que pienso viene al pelo para una jornada de análisis o simple rumiar de una humillante derrota, “el fútbol se parece a la economía. Una vez llegada una crisis, no hay economista que no tenga una detallada teoría sobre las causas de una crisis que, por supuesto, se veía venir”.

Como este es un espacio de literatura, aunque hoy lo hayamos pervertido bastante sucumbiendo a la atmósfera mundialera en que andamos sumidos, termino recomendándoles algún libro, de valor literario, eso siempre –esa condición es un “must” como dicen los anglosajones ? sobre fútbol, “El fútbol a sol y sombra y otros escritos” del escritor uruguayo y devoto, como tantos, del fútbol, Eduardo Galeano. Se publicó por primera vez en 1995 y en edición revisada en 2010, tras el Mundial de Sudáfrica, en la editorial Siglo XXI. Es una colección de relatos breves y de certeras reflexiones sobre este deporte ?espectáculo del que venimos hablando y que a no pocos nos tiene sorbido el seso, y secuestrado el corazón. Como les pasa a los enamorados, vamos.

futbolsolysombraEn la literatura española el fútbol, y más concretamente la final del Campeonato de España de 1928 disputada entre la Real Sociedad y el F.C. Barcelona, la cual necesitó, en la era anterior al artilugio dirimente de la prórroga y los penaltis, tres partidos para que se deshiciesen las tablas, le inspiró al poeta de la Generación del 27 Rafael Alberti su famosa “Oda a Platko”, dedicada al húngaro Ferenc Platko, a la sazón portero, guardameta o cancerbero del Barça.

¡Ah, el léxico, argot y jerga del fútbol! ¡Lástima del rácano tiempo radiofónico que cercena mis ganas de excursus por esa senda!

Esa oda motivó incluso una contraoda del poeta vasco Gabriel Celaya, seguidor de la Real Sociedad de San Sebastián quien siguiendo otra de las pautas eternas del fútbol  ? excusa frecuente, pero también no poca veces vergonzosa y dolorosa verdad  ? atribuyó la derrota de su equipo a la ayuda arbitral que recibió el rival.

ferencplatkoEl portero húngaro del F.C. Barcelona, Ferenc Platko.

albertiycelayaLos poetas Rafael Alberti y Gabriel Celaya juntos muchos años, muchos partidos, y muchos poemas después de aquella final del Campeonato de España de 1928, celebrada en Santander.

 

Alberti, que como Maradona tampoco fue ejemplo de nada fuera de su oficio, aunque no llegara en su campo al nivel del argentino, fue a aquel partido tan literariamente nutricio, en compañía de un tal Carlos Gardel. ¿Será, por cierto, el tango la banda sonora de este Mundial, como lo fue de los de 1978 y 1986? Deseando estoy de ver a la Pulga con la bola pegada a su zurda, como en su día al Pelusa.

Sirva el poema de Alberti al portero Platko, como muestra de admiración a otro inmenso portero, Íker Casillas, quien sin duda estará viviendo hoy uno de los días más aciagos de su carrera. ¡Íker, no te hundas! No le des ese gusto a cierto tóxico y, probablemente, hasta psicopático personaje nacido al otro lado de la raya de Portugal que usó su poder omnímodo –vuélvanse también los ojos acusadores hacia quien se lo otorgó, aunque “la Décima” parezca haber borrado de un plumazo ese pasado tan reciente como indigno ? de manera injusta y despótica para ir a por ti. ¡Arriba, vamos, álzate, no hinques más tus rodillas sobre el tupido y húmedo césped brasileño, y resurge ya mismo de tus cenizas cual Ave Fénix! Queremos ver tus paradas memorables, aunque si Chile ni siquiera llega a nuestra área, mejor. Así de ingrato es el puesto de portero. Tanto que tus propios seguidores antes que tu gloria desean que te aburras como una ostra, a ser posible, y los del rival que cantes, pero no de alegría precisamente.

Esto es todo por hoy, amigos. Que Vds. la pasen bien.

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