Laia Boloix, la arquitecta de Bruselas con Ñ, comparte un texto del último monumento que ha ido a visitar: La Monnaie. Puedes escuchar su última sección en nuestro programa.
El théatre de la Monnaie está situado en el centro de Bruselas, en medio de la plaza con el mismo nombre. Se convirtió en la Opéra National en 1963 y es uno de los principales teatros de Europa sobretodo gracias a la labor de sus dos penúltimos directores: Gerard Mortier y Bernand Foccroulle, que abrió la institución a la danza contemporánea.
La Monnaie es miembro de Opera Europa, RESEO (Réseau Européen pour la Sensibilisation à l’Opéra et à la Danse) y Opass (European Opera Passport).
El edificio es un monumento protegido desde el 14 de septiembre de 2000.
HISTORIA
El nombre del teatro proviene del edifico que estaba erigido justo en este mismo lugar: el Hôtel Ostrevant, donde se encuñaban monedas (monnaies) para el Ducado de Brabante hasta que, en 1695; el ejército francés de Luis XIV bombardeó todo el pentágono de Bruselas.
El gobernador de los Países Bajos españoles (Maximiliano Manuel de Baviera) ordenó a su tesorero, Gio Paolo Bombarda que se encargara de construir una nueva sala de de espectáculos para la ciudad, y el proyecto se encargó a los venecianos Paolo y Pietro Bezzi. El 17 de octubre de 1700 fue ofrecido como regalo al rey Felipe V de Espana con motivo de su decimoséptimo cumpleaños.
En sus inicios, el teatro se consideraba a la altura de la Ópera de París, pues era el segundo escenario francófono del mundo y era el orgullo de los bruselenses.
Sin embargo, el gobierno fue perdiendo el interés de financiar espectáculos y el teatro entró en quiebra. Con la intención de conquistar a un nuevo público (más adinerado), a finales de siglo La Monnaie empezó a programar obras traducidas al neerlandés, aunque eso no evitó su ruina.
Además, la situación geopolítica era muy complicada y, con la ocupación de las fuerzas revolucionarias francesas, la Guerra de Sucesión Austríaca, la Revolución de Brabante y la Revolución Francesa, el teatro no pudo estrenar ninguna representación y fue demolido por su falta de financiación y mantenimiento en 1818.
Fue el arquitecto francés Louis-Emmanuel Damesme quien se encargó de elaborar los planos del teatro tal y como lo conocemos hoy en día.
El edificio se colocó en el centro de una nueva plaza, y aunque eso le daba un aspecto mucho más monumental, la decisión fue tomada por una cuestión práctica ya que, de esta manera, era mucho más fácil para los bomberos poder evitar que, en caso de incendio, el fuego se extendiera hasta los edificios vecinos (hechos sobretodo de madera).
Durante el siglo XIX, La Monnaie se convirtió no solo en una sala de espectáculos sino también en uno de los escenarios más importantes de la revolución belga.
Durante el año 1830, se programaron varias representaciones de la ópera “La muette de Portici”, que cuenta la historia de la revolución del pueblo napolitano contra la corona española en 1647. La función tuvo un gran éxito entre el pueblo belga, que no tardó en establecer paralelismos entre la ficción escenificada y su realidad bajo la opresión del gobierno holandés.
Asustado por una posible revuelta, el rey Guillermo I de Holanda prohibió todas las representaciones de la obra con una única excepción: con motivo de su cincuentanoveno cumpleaños, el 25 de agosto de 1830 se permitió una última función. A pesar del gran dispositivo de seguridad dispuesto, la revolución empezó esa misma noche.
Durante la aria “Amour sacré de la patrie” (amor sagrado de la patria), toda la sala se puso en pié y salió a la calle para unirse con una multitud que se oponía a las medidas del Reino Unido de los Países Bajos.
Los disturbios se convirtieron en luchas callejeras y dieron lugar a la revolución.
Después de la hazaña, el teatro cerró sus puertas hasta el 12 de septiembre, cuando se estrenó una segunda versión de la Brabançonne (el himno nacional belga) mucho más revolucionaria y que se convertiría en el himno de la revolución.
Menos de un mes después, el 4 de octubre de 1830, los belgas firmaron su declaración de independencia.
Durante las décadas que siguieron, la ópera de la Monnaie vivió una época de bonanza hasta que, en 1855, un gran incendio arrasó por completo el teatro, del que sólo quedaron los muros exteriores y el pórtico.
El edificio fue reconstruido de la mano de Joseph Poelaert en 1856, con un estilo ecléctico que mezclaba elementos neobarrocos, neorrococós y neorrenacentistas con un uso excesivo de adornos: esculturas doradas, terciopelo rojo, brocados y la famosa araña de cristal que todavía cuelga hoy del techo abovedado del auditorio.
El fresco que decora la cúpula fue obra de los decoradores de la ópera de París y representa a “Bélgica protegiendo las artes».
Durante esta etapa, el compositor Richard Wagner encontró en Bruselas el lugar ideal para crear sus obras en francés, puesto que se encontraba muy incomodo en la capital francesa.
Poco después de su inauguración, el teatro tuvo que ser reformado por unos cimientos defectuosos y ya a inicios del siglo XX se le añadió un piso más al edificio.
En el año 1998, la ópera tuvo la oportunidad de reagrupar todos sus talleres detrás de su edificio principal (antes estaban repartidos por toda la ciudad), en la calle Léopold. Un total de 20.000 m2 con talleres de carpintería, herrería, escultura y accesorios, pintura y tapicería, y diseño de trajes.
Su última renovación fecha de 2017, cuando secolocó un nuevo sistema de moscas y se instalaron dos elevadores de escena para permitir al teatro poner en escena producciones más exigentes desde el punto de vista técnico.
Actualmente todas las producciones de La Monnaie se programan con 3 años de antelación.
VISITAR LA MONNAIE
Evidentemente, para vivir la experiencia del gran teatro, se puede asistir a una representación, tantos de clásicos como de obras originales. Se programan óperas, recitales, espectáculos de danza y conciertos, e incluso hay una programación especial para niños y niñas y jóvenes.
Pero esta no es la única forma de visitarla, puesto que una vez al mes la Ópera abre sus puertas.
En estas visitas se recorren todos los talleres para poder entender y apreciar la diversidad de oficios y acciones que se esconden detrás de la producción de una obra.
Además, podremos apreciar también varios elementos arquitectónicos como la fachada de Damesme en estilo neoclásico (con un bajorelieve posterior sobre el tema de “la armonía de las pasiones humanas”), el vestíbulo decorado por los americanos Sol LeWitt y Sam Francis y la escalera principal, o la gran sala ideada por Poelaert.
No podemos tampoco olvidar el palco real; en terciopelo rojo y estuco dorado, y el salón real, casa de los patrocinadores y mecenas de la ópera.
Finalmente, durante la visita se puede ver también una maqueta a gran escala de un teatro barroco del siglo XVIII, un pequeño acercamiento a toda la maquinaria que se necesitaba para sacar adelante una obra en un teatro clásico.
La próxima visita será este próximo sábado 19 de junio a las 12.00. El precio son 15€ para los adultos y los jóvenes y abonados disfrutan de descuentos. Los tours se realizan en inglés, francés y neerlandés y es necesario reservar por correo electrónico (visitesguidees@lamonnaie.be) o bien por teléfono en el 02 229 12 00.
Pueden encontrar más información en www.lamonnaie.be
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