Los traslados entre fronteras y el goteo de muertes en los océanos es incesante, algo que convoca a los Veintisiete a reflexionar sobre si sus políticas son eficaces y si están a la altura de sus valores. La crisis de los refugiados de 2015 puso de relieve las deficiencias de la política europea de inmigración y asilo y, a día de hoy, siguen siendo el asunto pendiente del espacio de libertad, seguridad y justicia de la Unión Europea.
La profesora de Ciencias Políticas en la Universidad Complutense de Madrid e Investigadora Adscrita al Instituto Complutense de Estudios Internacionales, Ruth Ferrero, nos ha explicado que la cuestión migratoria tiene una complejidad que debe ser considerada de forma global y profunda. Es un proceso que siempre ha existido, incluso la humanidad en sí misma es producto de los procesos migratorios históricos. Por eso, según indica, es necesario «poner el foco en aprovechar el vector de desarrollo que implica las migraciones y en cómo se puede avanzar en que haya una mayor cohesión social en las sociedades». «La migración es un fenómeno estructural, no coyuntural, por lo tanto, no vamos a poder evitar que la gente se desplace. Es un hecho que tenemos que aprender a gobernar y gestionar entre todos los países», explica.
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