El 23 de enero de 1995, Gregorio Ordoñez comía en el bar La Cepa, de San Sebastián, cuando unos terroristas de ETA le pegaron varios tiros y lo mataron. Desde entonces, su hermana Consuelo no ha parado de buscar justicia. Es presidenta de COVITE, colectivo de víctimas del terrorismo en el País vasco, asociación que recientemente ha presentado en La Haya una denuncia en la Corte Penal Internacional contra ETA por crímenes de lesa humanidad. Consuelo está en contra del « mercadeo indigno con la sangre de sus familiares ».